martes, 15 de julio de 2014

Quedarse por los hijos



Quedarse por los hijos

“Me quedo porque me importa mucho mi familia. Mis hijos me necesitan, ellos no tienen la culpa de nada….”

No es sano quedarse por los hijos…

No los culpes de tus decisiones…


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Imágen cortesía de photos-public-domain.com
Les pones una gran carga cuando te quedas “sólo” por ellos. Aunque sea un difícil dilema, es irresoluble la mayor parte de las veces.
El proyecto de la familia dura cada vez más. Las parejas invierten tiempo, energías, dinero, todo su interés en esos pequeñitos que vienen de la unión de la pareja. Requieren de entrega, inteligencia, equipo, interés y compromiso de ambos.

Casi siempre iniciamos el camino con todo el entusiasmo. “Claro, es la mujer que quiero para que sea madre de mis hijos”, “es el hombre que quiero para formar una familia”. Así comienza el proyecto de familia. Con buena voluntad y todo el compromiso… Sin embargo, no siempre con toda la conciencia de lo que sucederá en el camino.

Muchas veces, y esto es lo triste, las parejas van perdiendo su vitalidad.  Su conexión, su “complicidad”… esos que tanto se gustaban, que hablaban por horas, se divertían como enanos,  ahora están desgastados e incluso enemistados. ¿Qué pasó? , formaron una familia, se enfocaron en lograr todas las metas propuestas. Tener el mejor desempeño como padres o madres, muy a su manera y en el camino no les alcanzó para su pareja.

¿Cómo vives tú este proceso?, ¿sigues conectad@ con tu pareja o ya eres sólo papá/mamá responsable?

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Te invito a esta reflexión. Esa persona que está a tu lado, la veas como la veas ahora, también dijo “si” y quiso iniciar el proyecto. Esa persona es quien también podrá ahora volver al inicio para replantearse cómo quiere vivir a tu lado. Tú también reconócela y acércate para preguntar y responderle: 

¿Cómo vamos? ¿Qué necesitamos? O
Tal vez tristemente... ¿dónde nos perdimos? 

No te equivoques, eso por lo que te quieres quedar, esos hijos, vienen del amor de la pareja, de haber dicho sí. ¿No vale la pena volver al inicio y encontrar cómo sí quedarte por tu pareja?

Y si no, ¿no vale la pena encontrar a alguien con quién sí poder seguir el camino de la vida con nueva vitalidad y confianza?

Mtra. Leticia Adriana Sánchez Báez

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jueves, 3 de julio de 2014

¿La infidelidad ayuda a unir a las parejas?




¿La infidelidad ayuda a unir a las parejas?

Para abrir el tema acerca de la infidelidad nos preguntamos cual sería un buen caso para debatir. Buscamos un caso el cual tuviera la complejidad y profundidad necesaria para poder sumergirnos en el tema de la infidelidad; los sentimientos que le acompañan, las múltiples posibles versiones que se manejan en el discurso de la pareja. Hemos decidido utilizar como caso de infidelidad la película de “El príncipe de las mareas”. Dirigida por la cantante Barbara Streisand

La trama es acerca de la psiquiatra Susan Lowenstein (Barbara Streisand), quien está atendiendo a una paciente Savannah. Debido a su estado crítico por un intento de suicido, decide la psiquiatra que es necesario el apoyo de la familia y pide ayuda a la familia de Savannah, respondiendo al llamado su hermano gemelo Tom Wingo (Nick Nolte).  

La película toma lugar dentro del consultorio de Susan, siendo las sesiones entre ella y Tom el foco principal. Ellos comienzan a tener un vínculo cada vez mayor, sobre pasando los límites de lo “estrictamente profesional”. La psiquiatra se enamora de él por lo que habla de su familia y su encantadora personalidad. Por su lado Tom es un hombre de familia, quien  exclusivamente buscaba ayudar a su hermana, pero también él comienza a enredarse en una relación que se vuelve difusa y compleja. Ambos viven el conflicto; uno por romper su ética profesional y Tom el conflicto de engañar a su esposa. Una vez que el tratamiento de la hermana ya no requiere a Tom, él le dice a Susan que se la dejara por su familia ya que lo necesitan y le contesta “Es por eso que te amo”. Tanto Tom como Susan aprendieron mucho acerca de ellos mismos y crecieron para ser mejores versiones de sí mismo. Llegando Tom renovado a su familia. 

A lo que nos preguntamos ¿la infidelidad ayuda a unir las parejas?, ¿Cuándo es válido seguir adelante? O preferible elegir un camino distinto. Los invitamos a que nos platiquen su opinión y experiencias acerca de sus propias historias.

Centro Empareja
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jueves, 26 de junio de 2014

Confianza de ida y vuelta en la familia




Confianza de ida y vuelta en la familia

La educación y el ambiente positivo en casa dependen del equilibrio entre la libertad de expresión y la disciplina. Por una parte, la libertad de expresión hace posible que los hijos construyan una autoestima saludable, al saberse importantes y valiosos para sus padres. Por otra, la disciplina es necesaria para dar a los hijos un ambiente seguro con reglas claras que hacen posible una convivencia respetuosa entre sus miembros, así como el ambiente propicio para el aprendizaje y la creación de hábitos.

Lo principal para lograr la confianza es generar un espacio en el que los niños o adolescentes escuchen a sus padres, y los padres sepan cómo escuchar a sus hijos.
Un decálogo de la confianza familiar 


1.-Abrir el espacio adecuado: Esto incluye el lugar, la hora, el estado emocional de los miembros de la familia. Este espacio será libre de distractores tales como la televisión, los juegos electrónicos o los teléfonos celulares. También es importante que se realice sin un tiempo acotado por las obligaciones del trabajo o la hora de dormir. Los fines de semana suelen ser buenos espacios para la comunicación familiar. El lugar podrá ser una habitación común a todos, tal como la sala, la cocina o el jardín. A veces pueden encontrarse parques o restaurantes que resultan agradables para el diálogo.

2.-Escuche atentamente: Los padres tenemos la tendencia a hablar en lugar de escuchar, por el deseo de transmitir a nuestros hijos las enseñanzas que queremos que adquieran. Un niño que no es escuchado, tampoco escuchará. Primero permita que ellos se expresen, ponga atención y de respuesta a lo que el niño está compartiendo. 

3.-Comprenda: Los niños nunca han sido adultos, pero los adultos sí hemos sido niños. Para comprender se puede preguntar: ¿qué necesitaba yo de mis padres cuando era niño y deseaba que me escucharan?

4.-Valide sus emociones: Las emociones no pueden condicionarse, son reflejo de lo que la persona vive en su interior y son válidas. Aún emociones como el enojo y la tristeza, se alivian mejor si permitimos que se expresen libremente, cuando hacemos esto, poco a poco pasan y dan oportunidad de mejorar el estado de ánimo.

5.-Tenga presente lo que quiere lograr con la convivencia y actúe en consecuencia. Con frecuencia acumulamos muchos asuntos pendientes y queremos resolverlos todos en el momento. Elija uno o dos y coméntelos con la familia de principio a fin, hasta llegar a un acuerdo o solución. Permita que todos ofrezcan alternativas.

6.-Separe la relación de la disciplina: La relación con sus hijos es invaluable. Es muy importante que todo el tiempo se sientan amados por usted, sin condicionarlo a su comportamiento. Los niños no se portan mejor si nos enojamos con ellos o les dejamos de hablar. Esto les genera enojo y angustia.

7.-Para lograr que sus hijos adquieran una disciplina muestre las ventajas que ésta tiene y no la ponga a discusión si quiere que sea obligatorio. Ejemplo de obligaciones: bañarse, respetar a sus hermanos, evitar comportamientos de riesgo, decir la verdad, etc. 

8.-El cumplimiento de las rutinas dependerá de que usted las supervise. Los hijos no van a obedecer sólo porque usted se los diga, sino hasta que creen el hábito a través de la repetición diaria.

9.-Tenga presente que lo más importante es crear valores en sus hijos, pídales lo que usted también esté dispuesto a hacer. La palabra convence pero el ejemplo arrastra.

10.-La regla de oro: Respetar la personalidad de cada hijo, que es diferente. Permitirle ser quien es, mientras respete a los demás y sea benéfico para su desarrollo.

Les invito a preguntarse cuál es un tema que les gustaría mucho poder hablar con toda confianza con sus hijos y apliquen el decálogo a este tema.

¿Encuentran algunas ideas ahora de cómo hacerlo?

Muchas gracias.

Mtra. Leticia Adriana Sánchez Báez.
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martes, 13 de mayo de 2014

¿Un príncipe azul o un ser humano?





¿Un príncipe azul o un ser humano?


En una conversación con Jean Daniel, mi esposo, platicábamos que los principales obstáculos para que las mujeres nos sintamos satisfechas en nuestra relación de pareja vienen de las fantasías que nos hacemos sobre ella. 

El príncipe azul que vendría a resolverme la vida. Un hombre que…. Y de allí una serie de características que casi lo asemejaban a un ángel o a un superhombre.

Yo les quiero compartir que sí encontré en algún momento de mi vida ese príncipe azul. Era tan bueno, atento, educado, etc. Etc. Etc. Y no, esa relación no me dio la felicidad, precisamente porque yo esperaba que él llenara todas mis necesidades, y además, sin que se lo tuviera qué pedir. Pronto me di cuenta que no existe un ser humano que pueda hacerse cargo de la felicidad de otro. 

El problema era el esquema que yo tenía en mi mente, mi fantasía. Sin embargo, la cuestión es cómo encontré a mi pareja. Para hablar de ello quiero recordar la frase que dice “ten cuidado lo que le pides a Dios porque te lo concede”.

A mí me concedió lo que le pedí, un esposo que fuera muy humano.

Claro que en mi mente, humano significaba un semidiós siempre dispuesto a atenderme y comprenderme, que pensara igual que yo y supiera siempre cómo darme felicidad. Pero lo que Dios me concedió fue un SER HUMANO, y con él sí pude encontrar el verdadero sentido de vivir en pareja, para nosotros es ACOMPAÑAR.

Las definiciones que da la Real Academia de la Lengua que más me gustan son:
o   Existir junto a otro o simultáneamente con él. 
o   Participar en los sentimientos de alguien.
          
         ¿Cómo acompañamos las mujeres?

La CUALIDAD de nuestra compañía es distinta a la de los hombres. Somos más sensibles a las emociones, somos receptoras, consolamos, atendemos, comprendemos. Nosotras estamos hechas para dar y conservar la vida.

¿Qué puedo hacer para acompañar mi pareja?
Sencillo, CONOCERLO.

Nadie ama lo que no conoce. Tenemos capacidad para observar, contemplar, recordar eventos, situaciones, experiencias vividas. 

Conocer a mi pareja es indispensable si quiero ser una buena compañera de viaje.  El camino de la vida nos lleva a acumular vivencias que podemos capitalizar en los tiempos más difíciles. Me acuerdo de una ocasión en la que le dieron un premio a mi esposo por su trabajo con los alumnos del Tec. Recuerdo que se sentía muy orgulloso y conmovido por el reconocimiento. En aquella ocasión le dije: “cuando te sientas harto, enojado, desmotivado, recuerda este momento”. 

Confiar en lo que es capaz de llegar a ser

Las mujeres tenemos una especial capacidad para acompañar a crecer, a aprender. Cuidamos la vida y el desarrollo, tenemos esperanza. Esta es la que nos da la motivación para intentar una y otra vez hasta que mi bebé por fin se tranquiliza cuando está llorando, la que nos da la paciencia para llevarlo de la manita innumerables veces hasta que puede caminar, que una y otra vez repetimos la rutina del orden y la limpieza hasta que los niños la ejecutan por sí mismos.

Tenemos la confianza de que lo van a conseguir y por eso no nos rendimos. Las mujeres entonces, acompañamos a nuestro esposo teniéndole fe. No me refiero a que estemos esperando que haga lo que nosotras queremos, sino lo que él es capaz de llegar a lograr.

La mujer acompaña acunando, recibiendo, acogiendo en el hogar. A veces podemos llegar a confundir el amor hacia nuestra pareja como una necesidad de protegerlos. Nada más distante a ello. Mi  rol, por el contrario, es poder ver el potencial de mi esposo todo lo que es capaz de lograr y otorgarle mi voto de confianza.

Saber pedir

Ser mujer, culturalmente nos ha llevado a creer que es dar, atender, estar al pendiente de los otros. También es importante que aprendamos a pedir y no creer que mi pareja pueda adivinar lo que yo necesito. El príncipe podría, el ser humano no. Es muy gratificante darme cuenta que a mi esposo le gusta que le pida, pues se siente útil cuando me da, sólo precisa saber con claridad lo que yo quiero que HAGA. 

Expresar mis sentimientos.

Nuestros aprendizajes con frecuencia nos permiten ser mujeres que sentimos. Tenemos por lo general mayor experiencia en este campo, en el cual a mi pareja le prohibieron internarse. Yo puedo compartir a mi pareja lo que conozco acerca de sentir y expresar. También hacerme dueña de mis emociones y podérselas comunicar sin hacerlo responsable por ellas.

Amar sin depender

Mi pareja agradece mi independencia. Le gusta saber que soy un ser aparte de él y tengo una vida propia. Eso le da la confianza de que sabré tomar decisiones y tomar acciones para cuidar mi bienestar y, en dado caso, también el suyo. Cuenta con una persona, no con un apéndice.