LA
FELICIDAD EN LA PAREJA
Mtra.
Leticia Adriana Sánchez Báez
La felicidad en la pareja
tiene qué ver con una manera de estar ante el otro. Disponerse a conocer a la
persona que me gusta, tanto como para encontrar la danza que nos permita
compartir y disfrutarnos, hará de nosotros una pareja feliz, no como un estado
logrado, sino como proceso evolutivo para evolucionar en mejores personas.
Cuando carecemos de una
relación a largo plazo, pensamos que vamos a ser felices cuando tengamos pareja.
El día que me case, el día que tenga un compañero/a. Sin embargo, cuando ya
vivimos con esa persona esa felicidad esperada en ocasiones parece haberse
desvanecido.
Por ello es importante
detenernos a revisar lo que entenderemos por felicidad. Desafortunadamente, cuando
pensamos en una pareja feliz, accedemos a una imagen que hemos adquirido de los
cuentos, novelas y mensajes sociales y que está fuera de la realidad. Bajo su
influencia, hemos llegado a creer que la felicidad consiste en que la relación
de pareja debe ser perfectamente buena, correcta y que todo funcione
perfectamente bien. Implica que nos adivinemos el pensamiento, que tengamos los
mismos gustos, pensamientos, sentimientos, que seamos dos almas gemelas.
En mi experiencia con las
parejas que atiendo, he visto que esa es la fuente de la mayor frustración. Cuando
los novios se casan y se dan cuenta que no existe esa novela rosa, se frustran,
se sienten defraudados, el sueño se convierte en la peor pesadilla pues pierden
lo que sí tienen, la persona que habían querido tener a su lado y que tiene
igual que él/ella todas las intenciones y el deseo de construir una buena vida
en común, recuerdo en mi niñez ver en
la televisión las novelas de amor. La pareja pasaba muchas tribulaciones y cuando
las superaba, se casaban y vivían muy felices. Todas terminaban donde los
protagonistas se casaban, se daban un beso y era el fin. Donde termina la
telenovela en la fantasía, es donde comienza en la vida real.
La pesadilla es fácil de
evitar, contando con que nuestra intención al entrar en una relación de
compromiso es definitivamente mejorar nuestra vida. Para ello podemos definir
concretamente varios elementos que nos permitirán construir esa relación feliz
que esperamos alcanzar.
Para comenzar, una pareja
feliz reconoce la diferencia. Tú y yo somos diferentes en lo que nos gusta, lo
que disfrutamos, nuestras maneras de pensar. Es natural y sano reconocer que tú
no eres como yo, tanto así que por eso me atrajiste. Nuestras diferencias son
cosas que admiro y me parecen nuevas, estimulantes, interesantes. Reconocerlo no
me incomoda. Podemos ser diferentes y de todas maneras seguir juntos. La
diferencia la vamos acomodando en la adaptación de la vida en común. Voy a
tratar de aceptar tu forma, decirte la mía y ver cuál nos conviene a los dos.
No dejo de quererte ni termino la relación porque hay algo en que no
coincidimos.
Un segundo elemento es
reconocer que me gustas como eres, y no por lo que me puedes dar. Yo te amo,
entonces me gustas. Desde que te conocí, me gustaste y te gusté. De ahí nace el
interés de estar cerca, conocer de ti, de compartir. En eso se basaría
construir el amor y entonces necesito saber más y más de ti. Es como cuando nos
gusta tanto un libro que no nos queremos ir a dormir porque queremos seguirlo leyendo,
saber qué más va a pasar. Es esa hambre de conocerte, disfrutarte, saber quién
eres, de que vivamos experiencias diferentes y a ver cómo eres tú en esas
experiencias diferentes.
El amor no está definido por
cuánto me complaces, cuánto me das, en qué llenas mis huecos. Las personas que
eligen una pareja por los beneficios que obtendrán en la relación terminan
frustrados. Cuando pregunto a las personas que se van a casar: ¿por qué te quieres
casar con tu pareja? Muchas veces me refieren motivos como: porque me da
detalles, porque está al pendiente de mí, porque es muy trabajador… los hombres
motivos como: ella me hace sentir muy bien, es bonita, es buena, se porta bien.
Cuando escucho esas
respuestas digo, estás comprando un producto, estás allí por conveniencia.
Generalmente asociamos la palabra conveniencia con el dinero, sin embargo la
conveniencia puede ser acerca de diversos satisfactores. Una pareja que pretenda ser
feliz habría de estar pensando lo que va a compartir. El compromiso de pareja
no es un negocio, es un camino. La pareja es un/a compañero/a de viaje en ese
camino.
Otro elemento más está en la
actitud hacia la relación. Creer que con el amor nos va a bastar es ilusorio, y
es algo que también he escuchado con mucha frecuencia. Las personas dicen: “Ya
sé que voy a tener problemas, que voy a tener qué cocinar, pero como nos
amamos, por eso vamos a poder”. Pero el amor no es suficiente para ello. El
amor es una emoción, no resuelve problemas. Cuando la cotidianidad sobreviene,
pensamos que se ha acabado el amor, porque ya no estamos en el estado perfecto
amoroso. No es que la cotidianidad mate el amor, es que mata nuestras
expectativas del estado perfecto.
Podemos encontrar muchas
imperfecciones en nuestra relación de pareja, lo importante es tener la
apertura para solucionarlo. Si vienes a visitarme después de jugar futbol sin
bañarte, eso se puede cambiar, te puedo pedir que primero te bañes y luego
vengas a visitarme. Si eres ordenado o desordenado, si administras bien tu
dinero. Pero la actitud de si quiero cambiar, si quiero mejorar, quiero ser una
mejor persona, esto dispuesto a escucharte cuál es tu punto de vista, quiero
decirte el mío, estoy dispuesto a comunicarme, eso no se puede cambiar. Eso
depende de que la persona decida hacerlo o no. Aquí hablamos de actitud de
apertura o actitud cerrada.
Muchas veces he escuchado a la
chica que cree que con el amor él va a cambiar y superar el alcoholismo. “Sí,
sí toma mucho, pero cuando nos casemos va a cambiar”. Ahí tenemos a una persona
que tiene problemas y los va a seguir teniendo a menos que haga algo por
mejorarlo. El amor no va a solucionar el alcoholismo, no va a solucionar la
infidelidad. “Bueno, pues sí me puso el cuerno con mi amiga pero ya me dijo que
no lo va a volver a hacer”. Cuando en la relación de
pareja hacemos un compromiso de cambio y ese cambio no se da, estamos viendo
también una actitud. Podemos concluir que aquello que acuerden es probable que
no se vaya a cumplir.
Las parejas que se la llevan
bien, que son funcionales, nutritivas, positivas, tienen apertura para
escuchar, recibir retroalimentación y también para expresar el punto de vista
de cada uno. En resumen, en la pareja
feliz hay apertura. Puede haber muchos errores, hábitos en los que no
coincidimos y que nos causan conflicto, pero si hay la apertura para hablar para
ver este problema que tenemos, te escucho, me escuchas, sí quiero cambiar, sí
quieres cambiar, cómo le vamos a hacer. Si hay esa apertura, esa disposición,
se puede solucionar.
Una pareja feliz es una
pareja satisfecha. Estar satisfechos no se refiere a que él le de todo lo que ella
le pida y viceversa. Se refiere a tener un buen balance. Como hacen en las
empresas los balances: cuánto dinero entró, cuanto nos gastamos y cuánto nos
quedó. En la pareja hacer un balance de lo que tenemos, lo que nos falta por
alcanzar, en qué camino vamos y poder decir “pues sí, vamos bien, ahí la
llevamos”. Que hayamos podido fortalecer nuestra relación, que cada vez nos
entendemos mejor, cada vez nos conocemos mejor, cada vez ajustamos más nuestra
convivencia para sentirnos más cómodos los dos, que vamos mejor, vamos
avanzando en comunicación, la relación, el trato entre los dos, el afecto, las
relaciones íntimas. A eso yo le llamaría una pareja satisfecha. No como un
producto terminado que durará por siempre.
Por último, una pareja feliz
tiene una relación íntima. Esto favorece la sexualidad, pero no se refiere a
ella. En la vida cotidiana puede
suceder que nos metamos en una rutina y dejemos de compartir. Pueden pasar
semanas sin saber qué pasa con mi pareja. Se va abriendo una distancia muy
grande y llega a sucedernos que vamos a los bautizos y cumpleaños y ahí nos
enteramos de lo que está viviendo. Intimar es mostrar el
interior, lo que me hace ser la persona que soy. Esa comunicación se refiere a
lo que vivimos, no a lo que sucedió. Ya sé que hay un compañero que es difícil
y que todo el día hay problemas. Eso no es comunicarse, sino dar información.
Lo importante está en la manera como se está viviendo mi pareja. Cómo se
siente, qué le interesa, en qué sueña, cómo le afectan las situaciones que
enfrenta cotidianamente. Este compartir fortalece el vínculo entre la pareja y
es el que les da la fortaleza para continuar construyendo su proyecto de vida.
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