jueves, 31 de julio de 2014

Las nueve



Las nueve.  


Cortesía de www.publicdomainpictures.net
Estoy sentada frente a la mesa. Las manecillas rojas se detienen sobre la hora exacta. El tic tac del segundero llena la cocina, se mete por entre las cacerolas,  dando vueltas sobre los focos prendidos de la sala, sube hasta el cuarto de Andrea, recorre los pies de su cama y escurridizo, se cuela entre nuestro edredón y las sábanas. Se detiene. Todo se detiene. Es entonces cuando escucho el vibrador del teléfono que se encuentra sobre la mesa. Tu nombre aparece con esa foto de Facebook de hace tantos años. Siempre me ha gustado esa foto, ¿nunca te lo he dicho? Recorro con el pulgar la pantalla y arrastro hacia la derecha. Me acerco el auricular a los oídos. 

-       “¿Bueno? “

Escucho mi voz sin ánimos, cansada, pesada, densa. Tu voz retumba en mis oídos como lo ha estado haciendo en los últimos meses. La llamada a las nueve de la noche. Repites lo que sé que dirás; la junta, la oficina, el jefe, la entrega de final de mes, la ineptitud de Antonio, tu deber, tu obligación, tu cansancio, tus ganas de vernos. 

-       “¿Y Andrea? Pásamela, quiero decirle buenas noches, ¿ya cenó?, ¿ya se puso la pijama?, ¿ya se va a dormir?” 

Respondo cualquier cosa a  tus preguntas que me saben huecas e inútiles. Subo las escaleras observando la punta de mis zapatos de tacón. Le paso el teléfono a Andrea. Se despide de ti con ese tono tan lindo que tiene cuando ya se acerca la hora de meterse a la cama. Te manda un beso de buenas noches.  Siento mis ojos humedecerse al tiempo que me doy la media vuelta con el teléfono en la mano. Camino hacia la cocina, evito ver el reflejo de las ventanas de la sala. Tú me llenas de preguntas que ya no quiero responder. Quiero que cuelgues. Quiero volver al silencio, al tic tac del reloj de manecillas rojas. 

-       “Haz lo que quieras” 

Puedo casi observar tu rostro molesto, contraído por el enojo. Aquí viene tu acusación de mi falta de comprensión. Casi gritas que todo lo estás haciendo por nosotros, “¿por qué no ves todo mi esfuerzo?” Vuelves a preguntar cómo lo has estado haciendo en lo últimos meses. Pasas mucho tiempo en la oficina. Demasiado. No te lo digo. No te he dicho tantas cosas. 

-       “Como sea. Te dejo algo de cenar en el refri. Cuando llegues no se te olvide apagar la luz de las escaleras.” 

Cuelgas sin despedirte. Se vuelve a escuchar de nuevo el tic tac del segundero y la vocecita de Andrea hablando con sus muñecos de peluche. A ellos les da el beso de buenas noches. Observo los platos sobre la mesa; la vajilla blanca, las copas de vino vacías, las dos únicas velas que adornan mi triste y fallida cena romántica.

-       “¡Andrea vete lavando los dientes, ahí voy!” 

Autora: Lic. María Alejandra Hidalgo Tenorio

martes, 15 de julio de 2014

Quedarse por los hijos



Quedarse por los hijos

“Me quedo porque me importa mucho mi familia. Mis hijos me necesitan, ellos no tienen la culpa de nada….”

No es sano quedarse por los hijos…

No los culpes de tus decisiones…


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Imágen cortesía de photos-public-domain.com
Les pones una gran carga cuando te quedas “sólo” por ellos. Aunque sea un difícil dilema, es irresoluble la mayor parte de las veces.
El proyecto de la familia dura cada vez más. Las parejas invierten tiempo, energías, dinero, todo su interés en esos pequeñitos que vienen de la unión de la pareja. Requieren de entrega, inteligencia, equipo, interés y compromiso de ambos.

Casi siempre iniciamos el camino con todo el entusiasmo. “Claro, es la mujer que quiero para que sea madre de mis hijos”, “es el hombre que quiero para formar una familia”. Así comienza el proyecto de familia. Con buena voluntad y todo el compromiso… Sin embargo, no siempre con toda la conciencia de lo que sucederá en el camino.

Muchas veces, y esto es lo triste, las parejas van perdiendo su vitalidad.  Su conexión, su “complicidad”… esos que tanto se gustaban, que hablaban por horas, se divertían como enanos,  ahora están desgastados e incluso enemistados. ¿Qué pasó? , formaron una familia, se enfocaron en lograr todas las metas propuestas. Tener el mejor desempeño como padres o madres, muy a su manera y en el camino no les alcanzó para su pareja.

¿Cómo vives tú este proceso?, ¿sigues conectad@ con tu pareja o ya eres sólo papá/mamá responsable?

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Imágen cortesía de photos-public-domain.com

Te invito a esta reflexión. Esa persona que está a tu lado, la veas como la veas ahora, también dijo “si” y quiso iniciar el proyecto. Esa persona es quien también podrá ahora volver al inicio para replantearse cómo quiere vivir a tu lado. Tú también reconócela y acércate para preguntar y responderle: 

¿Cómo vamos? ¿Qué necesitamos? O
Tal vez tristemente... ¿dónde nos perdimos? 

No te equivoques, eso por lo que te quieres quedar, esos hijos, vienen del amor de la pareja, de haber dicho sí. ¿No vale la pena volver al inicio y encontrar cómo sí quedarte por tu pareja?

Y si no, ¿no vale la pena encontrar a alguien con quién sí poder seguir el camino de la vida con nueva vitalidad y confianza?

Mtra. Leticia Adriana Sánchez Báez

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jueves, 3 de julio de 2014

¿La infidelidad ayuda a unir a las parejas?




¿La infidelidad ayuda a unir a las parejas?

Para abrir el tema acerca de la infidelidad nos preguntamos cual sería un buen caso para debatir. Buscamos un caso el cual tuviera la complejidad y profundidad necesaria para poder sumergirnos en el tema de la infidelidad; los sentimientos que le acompañan, las múltiples posibles versiones que se manejan en el discurso de la pareja. Hemos decidido utilizar como caso de infidelidad la película de “El príncipe de las mareas”. Dirigida por la cantante Barbara Streisand

La trama es acerca de la psiquiatra Susan Lowenstein (Barbara Streisand), quien está atendiendo a una paciente Savannah. Debido a su estado crítico por un intento de suicido, decide la psiquiatra que es necesario el apoyo de la familia y pide ayuda a la familia de Savannah, respondiendo al llamado su hermano gemelo Tom Wingo (Nick Nolte).  

La película toma lugar dentro del consultorio de Susan, siendo las sesiones entre ella y Tom el foco principal. Ellos comienzan a tener un vínculo cada vez mayor, sobre pasando los límites de lo “estrictamente profesional”. La psiquiatra se enamora de él por lo que habla de su familia y su encantadora personalidad. Por su lado Tom es un hombre de familia, quien  exclusivamente buscaba ayudar a su hermana, pero también él comienza a enredarse en una relación que se vuelve difusa y compleja. Ambos viven el conflicto; uno por romper su ética profesional y Tom el conflicto de engañar a su esposa. Una vez que el tratamiento de la hermana ya no requiere a Tom, él le dice a Susan que se la dejara por su familia ya que lo necesitan y le contesta “Es por eso que te amo”. Tanto Tom como Susan aprendieron mucho acerca de ellos mismos y crecieron para ser mejores versiones de sí mismo. Llegando Tom renovado a su familia. 

A lo que nos preguntamos ¿la infidelidad ayuda a unir las parejas?, ¿Cuándo es válido seguir adelante? O preferible elegir un camino distinto. Los invitamos a que nos platiquen su opinión y experiencias acerca de sus propias historias.

Centro Empareja
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