martes, 13 de mayo de 2014

¿Un príncipe azul o un ser humano?





¿Un príncipe azul o un ser humano?


En una conversación con Jean Daniel, mi esposo, platicábamos que los principales obstáculos para que las mujeres nos sintamos satisfechas en nuestra relación de pareja vienen de las fantasías que nos hacemos sobre ella. 

El príncipe azul que vendría a resolverme la vida. Un hombre que…. Y de allí una serie de características que casi lo asemejaban a un ángel o a un superhombre.

Yo les quiero compartir que sí encontré en algún momento de mi vida ese príncipe azul. Era tan bueno, atento, educado, etc. Etc. Etc. Y no, esa relación no me dio la felicidad, precisamente porque yo esperaba que él llenara todas mis necesidades, y además, sin que se lo tuviera qué pedir. Pronto me di cuenta que no existe un ser humano que pueda hacerse cargo de la felicidad de otro. 

El problema era el esquema que yo tenía en mi mente, mi fantasía. Sin embargo, la cuestión es cómo encontré a mi pareja. Para hablar de ello quiero recordar la frase que dice “ten cuidado lo que le pides a Dios porque te lo concede”.

A mí me concedió lo que le pedí, un esposo que fuera muy humano.

Claro que en mi mente, humano significaba un semidiós siempre dispuesto a atenderme y comprenderme, que pensara igual que yo y supiera siempre cómo darme felicidad. Pero lo que Dios me concedió fue un SER HUMANO, y con él sí pude encontrar el verdadero sentido de vivir en pareja, para nosotros es ACOMPAÑAR.

Las definiciones que da la Real Academia de la Lengua que más me gustan son:
o   Existir junto a otro o simultáneamente con él. 
o   Participar en los sentimientos de alguien.
          
         ¿Cómo acompañamos las mujeres?

La CUALIDAD de nuestra compañía es distinta a la de los hombres. Somos más sensibles a las emociones, somos receptoras, consolamos, atendemos, comprendemos. Nosotras estamos hechas para dar y conservar la vida.

¿Qué puedo hacer para acompañar mi pareja?
Sencillo, CONOCERLO.

Nadie ama lo que no conoce. Tenemos capacidad para observar, contemplar, recordar eventos, situaciones, experiencias vividas. 

Conocer a mi pareja es indispensable si quiero ser una buena compañera de viaje.  El camino de la vida nos lleva a acumular vivencias que podemos capitalizar en los tiempos más difíciles. Me acuerdo de una ocasión en la que le dieron un premio a mi esposo por su trabajo con los alumnos del Tec. Recuerdo que se sentía muy orgulloso y conmovido por el reconocimiento. En aquella ocasión le dije: “cuando te sientas harto, enojado, desmotivado, recuerda este momento”. 

Confiar en lo que es capaz de llegar a ser

Las mujeres tenemos una especial capacidad para acompañar a crecer, a aprender. Cuidamos la vida y el desarrollo, tenemos esperanza. Esta es la que nos da la motivación para intentar una y otra vez hasta que mi bebé por fin se tranquiliza cuando está llorando, la que nos da la paciencia para llevarlo de la manita innumerables veces hasta que puede caminar, que una y otra vez repetimos la rutina del orden y la limpieza hasta que los niños la ejecutan por sí mismos.

Tenemos la confianza de que lo van a conseguir y por eso no nos rendimos. Las mujeres entonces, acompañamos a nuestro esposo teniéndole fe. No me refiero a que estemos esperando que haga lo que nosotras queremos, sino lo que él es capaz de llegar a lograr.

La mujer acompaña acunando, recibiendo, acogiendo en el hogar. A veces podemos llegar a confundir el amor hacia nuestra pareja como una necesidad de protegerlos. Nada más distante a ello. Mi  rol, por el contrario, es poder ver el potencial de mi esposo todo lo que es capaz de lograr y otorgarle mi voto de confianza.

Saber pedir

Ser mujer, culturalmente nos ha llevado a creer que es dar, atender, estar al pendiente de los otros. También es importante que aprendamos a pedir y no creer que mi pareja pueda adivinar lo que yo necesito. El príncipe podría, el ser humano no. Es muy gratificante darme cuenta que a mi esposo le gusta que le pida, pues se siente útil cuando me da, sólo precisa saber con claridad lo que yo quiero que HAGA. 

Expresar mis sentimientos.

Nuestros aprendizajes con frecuencia nos permiten ser mujeres que sentimos. Tenemos por lo general mayor experiencia en este campo, en el cual a mi pareja le prohibieron internarse. Yo puedo compartir a mi pareja lo que conozco acerca de sentir y expresar. También hacerme dueña de mis emociones y podérselas comunicar sin hacerlo responsable por ellas.

Amar sin depender

Mi pareja agradece mi independencia. Le gusta saber que soy un ser aparte de él y tengo una vida propia. Eso le da la confianza de que sabré tomar decisiones y tomar acciones para cuidar mi bienestar y, en dado caso, también el suyo. Cuenta con una persona, no con un apéndice.